Las protestas de los antinucleares contra el tren «castor» cargado de residuos radiactivos arreciaron ayer en Alemania, mientras el convoy se acerca entre fuertes medidas de seguridad a su destino, el cementerio nuclear de Gorleben, al norte del país. A las 11.45 GMT de ayer el transporte se detuvo en la localidad de Seelze, en las proximidades de Hannover, según confirmó la cadena pública alemana ZDF,a 200 kilómetros de su destino.
La jornada estuvo plagada de acciones de protesta, como la de varios activistas en Harlingen, cerca de Gorleben, que bloquearon las vías del ferrocarril con neumáticos a los que prendieron fuego. No obstante, es en Metzingen, otra localidad cercana al cementerio nuclear, donde se registraron los peores incidentes.
En esa ciudad los agentes cargaron varias veces contra alrededor de 300 activistas, que intentaron romper el cordón policial y llegar hasta las vías.
La policía informó en un comunicado que sus efectivos fueron atacados en Metzingen con cócteles molotov, bengalas y piedras, y los activistas y medios de comunicación destacaron el abundante uso de cañones de agua, pelotas de goma y gases lacrimógenos por parte de las fuerzas de seguridad.
Estrategia
Fuentes antinucleares aseguraron que en ese lugar han logrado desenterrar unos 20 metros de vías, una de las estrategias más practicadas por los activistas para detener el tren.
Los antinucleares lograron parar en varias ocasiones el tren ‘castor' a su paso por la región del Palatinado y en el estado de Hesse, ambos al oeste del país.
Las fuerzas de seguridad, que han desplegado un total de 20.000 efectivos para asegurar el recorrido de este polémico tren, han aplicado este año una nueva estrategia de «tolerancia cero», como apuntó ayer el periódico ‘Berliner Tageszeitung'.
«La policía ha reaccionado con una fuerza inusual contra las protestas», señaló en portada el rotativo.