La Corte de Oslo decidió hoy prolongar ocho semanas más la prisión preventiva del ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso del doble atentado del pasado 22 de julio en Noruega en el que murieron 77 personas.
Durante el período de prisión preventiva, que finaliza el 14 de noviembre, Breivik no podrá recibir ni cartas ni visitas, y las primeras cuatro semanas permanecerá en régimen de aislamiento, anunció hoy la jueza Anne Margrethe Lund, que atendió a todas las peticiones de la Policía noruega.
La resolución destacó la importancia de mantener el régimen de aislamiento para que Breivik «no puede intentar influir en el desarrollo de la investigación, destruir pruebas o contactar a eventuales colaboradores».
Breivik deberá pasar de nuevo por los tribunales el 17 de octubre, cuando se celebrará una nueva vista sobre la prolongación del régimen de aislamiento, que en Noruega sólo se puede renovar de cuatro en cuatro semanas.
La vista de hoy se celebró a puerta cerrada, una vez que un tribunal de apelación revocó la decisión inicial de la corte de Oslo de aceptar la petición del abogado de Breivik de que fuera abierta al público, por miedo a dificultar la investigación sobre el caso.
En su comparecencia ante la jueza, Breivik leyó un texto que había preparado con anterioridad, según confirmó su abogado, Geir Lippestad, quien no obstante no pudo revelar su contenido, por el secreto de sumario.
«Quiso comunicarle algo al tribunal, pero no era relevante. En algunas ocasiones le interrumpí, porque creía que se salía del tema de la vista», dijo la jueza Lund en una rueda de prensa posterior a la lectura de la resolución.
Breivik acudió esta vez vestido con un traje oscuro sin que hubiera mediado una orden previa de la corte, que en sus anteriores comparecencias le prohibió lucir un uniforme militar y un esmoquin, respectivamente, como era su deseo.
Es la tercera vez que Breivik, que permanece recluido en la prisión de Ila, al oeste de Oslo, comparece a la sede de la corte de la capital noruega desde su detención el mismo día de la matanza.
Breivik hizo estallar un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas, e inmediatamente después se trasladó a la isla de Utøya, donde disparó indiscriminadamente contra los asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas, en su mayoría jóvenes de entre 14 y 19 años de edad.