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Unidos por la conmoción

El presidente de EEUU, Barack Obama (d), la primera dama, Michelle (2d), el expresidente George W. Bush (2i) y su esposa, Laura (i), ayer en la Zona Cero. | Efe

| Washington |

El presidente de EEUU, Barack Obama, recorrió ayer, con discreción y guardando un silencio que sólo rompió para pronunciar un salmo bíblico en la Zona Cero, cada uno de los escenarios del 11-S para rendir homenaje a las víctimas de los atentados. Al cumplirse el décimo aniversario del peor ataque terrorista sufrido por EEUU, Obama quiso dejar todo el protagonismo a los familiares de las cerca de 3.000 víctimas de aquella jornada aciaga.

En Nueva York, acompañado de su esposa, Michelle, y de su predecesor en el cargo, George W Bush, y la ex primera dama Laura Bush, Obama guardó un solemne minuto de silencio, junto a todos los presentes, en el parque construido en la «zona cero» y que quedó inaugurado ayer oficialmente.

Era la primera vez en que coincidían los dos presidentes tras una aparición conjunta en la Rosaleda de la Casa Blanca en enero de 2010, tras el terremoto de Haití. Vestido de negro, al igual que la primera dama, el presidente leyó solemnemente el Salmo 46 de la Biblia, escogido, según la Casa Blanca, por ser especialmente apropiado para el momento.

Tucson

«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar. Sí, aunque la tierra tiemble, Dios está con nosotros», dijo Obama. El presidente ya había utilizado esta cita en la conmemoración de otra tragedia este año, el tiroteo en Tucson que dejó malherida a la congresista Gabrielle Giffords y en el que murieron otras seis personas, entre ellas la niña Christine Taylor Green, nacida precisamente el 11 de septiembre de 2001.

Con el semblante serio, el mandatario estadounidense continuó recitando el salmo: «Bramaron las naciones, titubearon los reinos, Dio él su voz, se derritió la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob». A continuación, el presidente recorrió meditabundo las fuentes en las que se ha grabado en bronce los nombres de quienes perdieron allí la vida, tocando en ocasiones algunos de ellos.

Según declaró el portavoz de la Casa Blanca Josh Earnest, Obama se encontraba muy «impresionado» por la ceremonia en la Gran Manzana y quedó especialmente conmovido con la lectura de los nombres de las víctimas por parte de sus familiares, especialmente en el caso de los niños. Un 48 por ciento de los cerca de 3.000 muertos en aquellos atentados dejó hijos menores de 18 años, según las cifras manejadas por los medios estadounidenses.
La siguiente parada fue Shanksville, en Pensilvania, donde rindió homenaje con una corona de flores a las 40 víctimas del vuelo 93, el cuarto avión secuestrado por los terroristas de Al Qaeda.

Obama y su esposa, Michelle recorrieron el monumento -aún por finalizar y compuesto por cuarenta estelas de mármol con el nombre de cada uno de los viajeros- erigido en el descampado donde se precipitó el avión, antes de depositar frente a él una corona de rosas blancas con un lazo con los colores de la bandera de EEUU.

Silencio

Ambos guardaron silencio durante unos segundos frente al monumento, antes de abandonar el espacio entre los aplausos del público y gritos de «USA, USA».

Ni el presidente ni su esposa efectuaron ninguna declaración pública en el breve acto.

El presidente y la primera dama tampoco pronunciaban ninguna alocución pública en su tercera parada, el Pentágono, donde la pareja presidencial depositaba una nueva ofrenda floral a las 19.30.

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