En una iniciativa coordinada con aliados internacionales, EEUU aumentó ayer la presión sobre el régimen sirio al exigir por primera vez de manera explícita la marcha del presidente Bachar al Asad y anunciar la imposición de nuevas sanciones más duras.
Al comunicado, en el que el presidente Barack Obama aseguró que «ha llegado el momento de que el presidente Al Asad se vaya», se sumaron declaraciones similares desde Londres, París, Berlín y la Unión Europea.
Poco antes de comenzar sus vacaciones y mientras se reunía con su equipo de Seguridad Nacional, Obama emitía un comunicado en el que acusaba al líder sirio de haber perdido toda legitimidad.
«Sus llamamientos al diálogo y a la reforma suenan a hueco cuando se dedica a encarcelar, torturar y masacrar a su propio pueblo», indicó el presidente estadounidense.
«Hemos dicho continuamente que el presidente Al Asad debe encabezar una transición democrática o hacerse a un lado. No la ha encabezado. Por el bien del pueblo sirio, ha llegado el momento de que el presidente Al Asad se vaya», agregó Obama.
Sesión extraordinaria
Por otra parte, la ONU denunció la posible comisión de crímenes contra la humanidad por parte del régimen sirio en la represión de las protestas opositoras y convocó una sesión extraordinaria de su Consejo de Derechos Humanos.
El Alto Comisionado para los Derechos Humanos difundió el informe elaborado por la misión que recibió en abril pasado el mandato de averiguar lo ocurrido en Siria.
La misión nunca tuvo la autorización de Damasco para entrar en el país, pero las entrevistas a 180 testigos y los exámenes forenses realizados a heridos y torturados que huyeron del país llevaron a la ONU a concluir que hubo «una pauta de violación de derechos humanos, con ataques generalizados y sistemáticos contra la población civil».
En la noche del miércoles, Al Asad anunció al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una conversación telefónica, el fin de las operaciones de sus fuerzas de seguridad contra civiles.