El juicio contra el expresidente egipcio Hosni Mubarak, acusado de planear los ataques contra los manifestantes durante la revolución del pasado 25 de enero, fue pospuesto ayer, en su primera sesión, hasta el próximo 15 de agosto.
Al final de la vista, el juez Ahmed Refat anunció que Mubarak será trasladado a un centro médico internacional en la carretera que une El Cairo con la ciudad de Ismailia, en vez de regresar al hospital de Sharm el Sheij, en el que fue ingresado el pasado 12 de abril y desde el que fue ayer trasladado a la capital.
Mubarak y sus hijos, Alaa y Gamal, negaron ayer las acusaciones que recaen contra ellos. «Niego todas estas acusaciones», dijo Mubarak, que respondió a la pregunta del juez Ahmed Refat con un micrófono y en una camilla junto a sus hijos, que permanecieron de pie.
Acusados
Alaa y Gamal, vestidos de blanco y con el Corán en la mano, también se declararon no culpables y repitieron la misma frase que su progenitor.
Este histórico juicio supone la primera aparición pública de Mubarak desde el pasado 10 de febrero, cuando pronunció un discurso un día antes de renunciar a la presidencia de Egipto tras 18 días de protestas.
El exmandatario y sus vástagos podrían enfrentarse a la pena capital si son considerados culpables de planear el ataque contra los participantes en la revuelta popular, en la que fallecieron más de 850 personas.
Un miembro de la Fiscalía egipcia leyó las acusaciones contra Mubarak, entre ellas, que el expresidente acordó con el exministro del Interior Habib al Adli, que también es juzgado, el asesinato de manifestantes.
Según la Fiscalía, Mubarak y Al Adli permitieron a los policías disparar contra los manifestantes y atropellarlos con su vehículos, y no utilizaron sus poderes para prohibir estas acciones.