Estados Unidos evitó a última hora lo que pudo ser un histórico cese de pagos al firmar el presidente Barack Obama la ley que eleva el límite de endeudamiento, después de semanas de pugnas políticas en Washington.
Alejado de las cámaras y sin más notificación pública que una sucinta confirmación de la Casa Blanca, Obama promulgó una norma que no satisface por completo a ningún partido pero que era imprescindible para que desapareciera la amenaza de bancarrota que se cernía sobre el país desde medianoche si el Congreso no hubiera dado su visto bueno.
El Senado, de mayoría demócrata, había aprobado por 74 votos a favor y 26 en contra el acuerdo bipartidista sobre la deuda, como hiciera la víspera la Cámara de Representantes, mayoritariamente republicana, por 269 votos a favor y 161 en contra.
Y aunque la ley establece reducciones de gastos del Gobierno pero no aumentos de impuestos, Obama insistió en que a largo plazo «necesitamos un enfoque equilibrado, incluida una reforma del código impositivo para que los más ricos paguen su justa contribución».
Después de seis semanas de acalorados debates y advertencias sobre las consecuencias catastróficas de la negativa a subir el tope del endeudamiento nacional -hasta ahora en 14,29 billones de dólares-, los mercados reaccionaron con indiferencia.