El primer ministro griego, el socialista Yorgos Papandréu, remodelará hoy su Ejecutivo y se someterá a un voto de confianza del Parlamento, tras fracasar las conversaciones con las oposición conservadora para formar un gobierno de unidad nacional
«Voy a seguir por el mismo camino. El camino del deber, junto con el grupo parlamentario (socialista) y el Gobierno», afirmó el primer ministro sobre su determinación en aplicar las medidas de austeridad que salven al país de la quiebra.
La decisión de Papandréu se produjo en medio de la grave crisis por la que atraviesa Grecia, que, a la espera de que los países del euro lleguen a un acuerdo sobre la deuda que le atenaza, vivió ayer la tercera huelga general del año.
En una jornada en el que el centro de Atenas volvió a ser escenario de enfrentamientos entre los antidisturbios y grupos de radicales -con decenas de heridos y detenidos-, miles de personas se manifestaron en la capital.
Al conocerse el ofrecimiento inicial de Papandréu de dimitir para dar paso a un gobierno de unidad, el euro cayó por debajo de los 1,42 dólares.
Desplome de la Bolsa
La Bolsa de Atenas llegó a bajar más del 3 %, para cerrar con pérdidas del 1,88 % respecto a la jornada anterior.
Papandréu, que cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento, sondeó la disponibilidad de los líderes de la oposición a participar en ese Ejecutivo de consenso, con el fin de garantizar su apoyo al nuevo y duro programa austeridad y privatizaciones que el país debe acometer para evitar la bancarrota.
El primer ministro acusó a la oposición mayoritaria conservadora de Nueva Democracia de utilizar las impopulares medidas de austeridad de forma partidista «y no con responsabilidad política y nacional», proponiendo «condiciones que no son aceptables ya que mantienen al país en una continua inestabilidad». La exigencia de unidad y consenso para aplicar los duros recortes sociales proviene de los acreedores de Grecia, aunque los propios socios del Eurogrupo no logran ponerse de acuerdo sobre la mejor forma de ayudar a Atenas para evitar la quiebra.
La cura de austeridad y las reformas no han sido suficientes para que Grecia recupere la confianza de los mercados financieros y, si su deuda soberana a 10 años se vendiese hoy, se le exigiría un prohibitivo tipo de interés del 18 %.