Honduras y el número récord de mandatarios ausentes se han convertido en los protagonistas de la XIX Cumbre Iberoamericana que se clausuró ayer en Estoril (Portugal). Los jefes de Estado y de Gobierno llegaron divididos en sus posiciones y pese a los esfuerzos del Gobierno portugués lo único que se pudo lograr fue una declaración de la presidencia en la que se expresa la condena al golpe de Estado y se aboga por un diálogo nacional en el país centroamericano, sin pronunciarse en ningún caso sobre las elecciones presidenciales.
Según reconoció el primer ministro portugués, José Sócrates, «las posiciones eran muy lejanas y distintas al inicio de la cumbre» pero «poco a poco», explicó, «se fueron aunando» hacia la postura que recoge el texto y que incluye los dos puntos que los mandatarios consideran «fundamentales»: condena del golpe y diálogo nacional.
Así se refleja en el 'comunicado especial', en el que los mandatarios «condenan el golpe de Estado en Honduras y consideran inaceptables las graves violaciones de los derechos y libertades fundamentales del pueblo hondureño». En este contexto, añaden, constituye «un paso fundamental para el retorno a la normalidad constitucional» la restitución del presidente depuesto, Manuel Zelaya.
Además, afirman que «seguirán contribuyendo activamente en la búsqueda de una solución que permita la apertura de un diálogo nacional en Honduras y en devolver el régimen democrático al pueblo hondureño» y expresan su «firme compromiso con la defensa de los principios democráticos de todos los países de Iberoamérica para prevenir cualquier intento de desestabilización a gobiernos legítimamente electos».
El texto no hace referencia a la validez y legitimidad de las elecciones presidenciales, principal motivo de la división de los mandatarios, limitándose a indicar que los líderes «han analizado la situación en Honduras, incluyendo la realización de elecciones» y «han tenido la posibilidad de recibir informaciones y conocer la lectura de la situación hecha por el Gobierno» de Manuel Zelaya, cuya canciller, Patricia Rodas, le representó en esta cumbre y aprobó la declaración de la presidencia portuguesa.