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Graves disturbios en Irán tras el triunfo de Ahmadineja

El presidente conservador de la República Islámica, que es reelegido con el 64 por ciento de los votos, defiende la legalidad de su victoria ante la ira de la oposición

Imagen de los disturbios registrados ayer en Teherán.

JAVIER MARTÍN-TEHERÀN

Al grito de «éste no es mi voto» y «abajo el Gobierno golpista», cientos de personas salieron ayer a las calles de Teherán para pedir la anulación de los comicios presidenciales iraníes, en los que el presidente Mahmud Ahmadineyad ha sido reelegido con el 64% de los votos, el doble que su rival. Las protestas, reprimidas con violencia por las fuerzas de seguridad se recrudecieron después de que candidato derrotado, el reformista Mir Husein Musaví denunciara la intervención de una «mano negra», que, en su opinión, ha puesto en peligro el futuro de la República Islámica.

El líder supremo de la Revolución iraní, ayatolá Ali Jamenei, desoyó ayer las quejas y respaldó la polémica y sorprendente victoria Ahmadineyad, quien en un discurso por televisión también negó el fraude y aseguró que el resultado «es una victoria del pueblo iraní». Al mismo tiempo que el presidente de Irán se dirigía a sus conciudadanos, miles de seguidores del candidato derrotado se manifestaban en la principal avenida de Teherán para exigir que se repitieran unos comicios cargados de irregularidades.

Color verde

Ataviados con el color verde, que ha sido su distintivo durante la campaña electoral, los congregados llegaron hasta la plaza de Fatemí, cercana al Ministerio de Interior, donde fueron reprimidos con violencia por los cientos de policías y milicianos islámicos que desde anoche tienen tomada la zona. Agentes con porras en las manos y otros vestidos de paisano trataron de amedrentar a los congregados, en su mayoría jóvenes y muchas mujeres.

Las mismas escenas de enfrentamiento se repitieron en diferentes puntos de la capital. «Nos han engañado. Todo el mundo pudo verlo ayer. Esta nos es la decisión del pueblo iraní», explicaba una joven dependiente que como muchas otras se había unido de forma espontánea a la marcha verde que descendía por la avenida Vali-e Aser.

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