El presidente electo Barack Obama, un ávido lector de Abraham Lincoln, va camino de seguir las enseñanzas de su ídolo con la formación de un Gobierno de «rivales», en el que se estará Hillary Clinton y, quizás, Robert Gates.
Hillary Clinton aceptó el puesto de secretaria de Estado, tras comenzar las negociaciones con el presidente electo Obama, que se iniciaron el pasado jueves en Chicago, según informaciones del New York Times. Así, la ex primera dama renunciará a su escaño de senadora, y provoca que las dos principales figuras del partido demócrata se unan en el nuevo Gobierno. Sin embargo, la decisión podría no anunciarse hasta el día de Acción de Gracias, el próximo 27 de noviembre.
Clinton tomó su decisión tras discutir con el presidente electo cuáles serán sus funciones y sus planes para la política exterior, según declaraciones de demócratas citadas por el New York Times. La primera reunión trató temas muy generales, por lo que ambos necesitaron una semana de reuniones para estar seguros de que van a estar cómodos y van a poder trabajar juntos.
La lucha entre Obama y Clinton durante las elecciones primarias del partido demócrata fue encarnizada, por lo que el acuerdo era visto por algunos analistas como complicado. Sin embargo, este puesto tiene gran relevancia, y podría colmar las ambiciones de la señora Clinton, que tendrá gran influencia, aunque sus decisiones deberán estar subordinadas al presidente. Ahora tendrá como principal misión la de reparar las relaciones de Estados Unidos con otros países, que se han visto dañadas durante el mandato de la Administración Bush.
El actual secretario de Defensa con George W. Bush podría permanecer en el cargo de manera transitoria, con objeto de facilitar el cambio de Gobierno en una situación bélica como la actual, con dos guerras abiertas en Irak y Afganistán.
El hecho de que el equipo de Obama no se haya pronunciado al respecto revela que no está decidido, pero tampoco descartado, que vaya a elegirse a Gates, a quien se considera una voz moderada dentro del equipo de seguridad de la actual Casa Blanca.
La permanencia de Gates durante un tiempo limitado, no todo el mandato, daría tiempo a que el futuro secretario de Estado de Defensa pudiera, quizás desde una posición de segunda fila, conocer los entresijos del Pentágono e incluso ir formando su propio equipo.