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Sarah Palin superó ayer con nota, según todos los análisis, la prueba de fuego de su discurso ante la Convención del Partido Republicano en el que aceptó su nominación para la vicepresidencia de Estados Unidos en la candidatura de John McCain.
Defendiendo su pasado político y asumiendo las vicisitudes familiares relacionadas con su hija embarazada a los 17 años, Palin se metió a los delegados en el bolsillo. Además, aprovechó para atacar al adversario demócrata, Barack Obama, a quien acusó de no tener tanta experiencia en política como ella misma, pues «no ha aprobado nunca una ley importante, ni siquiera una reforma». Tras su intervención, John McCain no dudó en presumir de número dos ante sus incondicionales, ironizando sobre los críticos.
Nominación oficial
El senador por Arizona fue nominado oficialmente candidato republicano en la carrera por la Casa Blanca por los delegados asistentes a la Convención Nacional Republicana. Antes, McCain ya subió al escenario a apoyar a Palin, tras su vibrante discurso con un sólo comentario al auditorio: «¿No creéis que he hecho la elección correcta para la próxima vicepresidenta de EE UU?».
Durante su intervención, la 'número dos' de McCain presentó a su familia, que la observaba expectante desde la primera fila de asientos, donde se encontraban su marido y sus cinco hijos, entre los que estaba Bristol, de 17 años, de la que en los últimos días se ha sabido que está embarazada de su novio, Levi Johnston, de 18 años, que permaneció sentado a su lado. No obstante, no se refirió al polémico asunto, del que incluso se anunció que ambos adolescentes se casarían.
Así, Palin se refirió a su familia con palabras de cariño, queriendo zanjar la polémica suscitada. «Desde dentro, ninguna familia parece típica. Ese es nuestro caso. Nuestra familia tiene los mismos altibajos, retos y alegrías que el resto», afirmó, al tiempo que se hizo eco del apodo de «madre hockey» que la ha otorgado la prensa.