La Unión Europea va cerrando cada día nuevas puertas a los 'sin papeles'. Tras el polémico proyecto de ley de Italia, que convierte la inmigración irregular en un delito, ahora es el presidente francés, Nicolas Sarkozy, quien enarbola el estandarte de máxima dureza contra los 'ilegales'.
Así, la Presidencia francesa de la UE, que comienza en el segundo semestre de 2008, propondrá un pacto europeo contra la inmigración ilegal que incluya medidas efectivas para deportar a los 'sin papeles'. El plan, al que tuvo acceso el diario británico 'Financial Times' (FT), prevé también un endurecimiento de las condiciones para solicitar asilo. El documento francés, denominado «pacto sobre inmigración», pide una rápida implementación de los visados biométricos y clases obligatorias para los inmigrantes del idioma del país de acogida.
Aunque el proyecto reconoce que la UE necesita la inmigración por razones demográficas y económicas, subraya que «Europa no tiene los medios para recibir con dignidad a todos lo que ven en ella 'El Dorado'».
El texto pide que los Estados miembros de la UE establezcan «contratos de integración» obligatorios para los recién llegados. Según estos contratos, los inmigrantes deberán aprender el idioma del país en el que viven, además de comprometerse con los «valores nacionales y europeos», como la igualdad entre géneros.
Entre las propuestas de Sarkozy está también impulsar el retorno a su país de origen del inmigrante que entra de forma ilegal y sugiere que la inmigración quede restringida a los extranjeros que cuenten con las cualificaciones requeridas por las necesidades laborales del país que los recibe.
Según el documento, en la actualidad, sólo uno de cada tres inmigrantes ilegales que deben ser deportados de la UE es expulsado y propugna negociar «contratos de readmisión» con los países de procedencia.
Según el rotativo, el Ejecutivo francés analiza el documento con otros gobiernos, pero al final es posible que sea suavizado. El periódico británico destaca el hecho de que el presidente francés anunciase durante una visita a Polonia que su país iba a abrir el mercado laboral francés a los trabajadores de los países comunitarios del Este de Europa.