China no recula y mantendrá la región de Tíbet sellada, por temor a la entrada de activistas durante el recorrido de la antorcha olímpica por la región y pese a que las autoridades habían prometido reabrirla tras las revueltas que sacudieron la capital tibetana, Lhasa.
Pekín anunció la semana pasada que los grupos de turistas podrían visitar Tíbet y las regiones del Himalaya a partir del 1 de mayo, pero agencias internacionales de viajes han confirmado que las autoridades chinas han dado marcha atrás y no reabrirán la zona, como consecuencia de las protestas que se han producido durante el recorrido de la antorcha olímpica.
China teme que activistas pro tibetanos se cuelen en la región y protagonicen manifestaciones como las que se están registrando en los últimos días en Londres, París y San Francisco. Mientras tanto, centenares de turistas que esperan para entrar a Tíbet no han recibido los permisos de visitas. Por otra parte, China se siente «indignada» por la resolución tomada por Estados Unidos en donde instan a Beijing a poner fin a los disturbios que han tenido lugar en Tíbet y a propiciar un diálogo con el líder espiritual en el exilio, Dalai Lama.
A estas declaraciones se une el hecho de que el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, informó al gobierno Chino que no asistirá a la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, debido a un asunto ya planificado.
Los líderes mundiales están sintiendo la presión de los activistas que abogan por los derechos humanos para realizar un boicot a la ceremonia de apertura en Pekín.