A pesar de que siempre se ha mantenido a favor de solucionar el conflicto que mantienen los defensores de la libertad de Tíbet al margen de los Juegos de Pekín, el Parlamento Europeo dio un paso ayer hacia el apoyo de un posible boicot. Como condición, impuso a las autoridades chinas que se comprometan a dialogar con el Dalai Lama bajo la amenaza de pedir a los líderes europeos que no asistan a la ceremonia inaugural. Por su parte, el Dalai Lama, líder espiritual de los tibetanos en el exilio, condenó de visita en Tokio la violencia con la que multitud de manifestantes protestan en cada ciudad que visita la antorcha olímpica.
En un intento de mediar en el conflicto que rodea la celebración de los Juegos Olímpicos en Pekín, pero sin posicionarse más de la cuenta, el Parlamento Europeo se mostró partidario de que los dirigentes de la Unión Europea no acudan a la ceremonia de inauguración si China no da su brazo a torcer y abre el diálogo con el Dalai Lama para poner punto y final a una situación que comienza a ser insostenible.
Para ello, urgió «a la presidencia de la UE a que busque una posición común sobre la asistencia a la ceremonia de inauguración, con la opción de no acudir al acto si no se reanuda el diálogo entre las autoridades chinas y el Dalai Lama».
La resolución, aunque no vinculante, fue votada con amplia mayoría en el Parlamento, en un esfuerzo por tomar una posición más firme ante la represión ejercida por China.
Tras las protestas en el relevo de la antorcha en Londres, París y San Francisco, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, aseguró que la imagen olímpica está en «crisis».
Por otra parte, las autoridades chinas anunciaron la detención de 45 «terroristas» de Turkestán Este y aseguraron que con el desmentalamiento de los dos grupos a los que pertenecían se ha evitado que lleven a cabo los atentados suicidas y el secuestro de atletas que tenían previstos durante los Juegos. Según el portavoz del Ministerio de Seguridad Pública, Wu Heping, uno de los dos grupos «terroristas» desmantelados pertenecía al Movimiento Islámico de Turkestán Este, organización que fue incluida en la lista de la ONU de grupos terroristas en 2002 y que está presuntamente vinculada a Al Qaeda.