El Dalai Lama, señalado por Pekín como instigador de las protestas en Tíbet, advirtió ayer de que dimitirá si la violencia se descontrola. Las manifestaciones por el aniversario de la ocupación han dejado hasta el momento un balance de damnificados diferente en función de la fuente informante, ya que mientras las autoridades hablan de 13 muertes, el Gobierno tibetano en el exilio elevó hasta 99 los fallecidos después de que otras 19 personas resultasen abatidas ayer por las Fuerzas de Seguridad. La dramática y tensa situación mantiene a la comunidad pendiente de Tíbet, especialmente teniendo en cuenta la próxima celebración de los Juegos Olímpicos de este verano, evento que algunas voces llaman a boicotear.
«Si las cosas se descontrolan, mi única opción es renunciar por completo». Con esta contundencia se expresó ayer el líder espiritual de Tíbet, en una comparecencia pública desde su exilio en La India, donde el Dalai Lama se ha convertido en la voz de la disidencia después de que los incidentes inicialmente pacíficos que comenzaron la pasada semana hayan derivado en Lhasa, capital de Tíbet, en una situación «terrorífica», según fuentes consultadas por la Campaña Internacional por el Tíbet.
Los testigos hablan de registros, represión, saqueos y detenciones, al tiempo que Radio Free Asia aludió a 150 órdenes de arresto contra manifestantes «fugados» una vez cumplido el ultimátum de entrega y amnistía dado por el Ejecutivo. Además, se ha extendido el toque de queda a las localidades de Kashgar y Hotan por temor a la extensión del conflicto.