La oposición de izquierdas liderada por los socialistas se alzó hoy con una amplia victoria en la ronda final de las elecciones locales francesas en las que había llamado a un voto de castigo al presidente, Nicolas Sarkozy, diez meses después de su llegada al Elíseo, y a su Gobierno conservador. La izquierda es «mayoritaria en votos» y por el «número de ciudades y departamentos», proclamó el líder del Partido Socialista (PS), François Hollande, quien pidió a Sarkozy y su Ejecutivo que, por tanto, «rectifiquen» su política.
Pero el primer ministro, François Fillon, rechazó que se saquen «lecciones nacionales» de estos comicios municipales y cantonales, y aseguró que proseguirán las reformas. En una breve alocución televisada, Fillon subrayó que la participación fue «muy baja» -los sondeos apuntan a una abstención récord de en torno al 35 por ciento-, y dijo que la batalla por el empleo y el poder adquisitivo «debe acentuarse».
Otros dirigentes de la conservadora y gobernante UMP reconocieron que fue una «derrota» para sus filas, palabra silenciada por Fillon, y la atribuyeron a la combinación de «impacientes y descontentos». Sarkozy, que guardó silencio en esta velada electoral tras haber estado casi ausente de la campaña, marcada por su impopularidad, había hecho saber, en vísperas de los comicios, que mantendría el rumbo, aunque procedería a leves ajustes gubernamentales y, sobre todo, a cambios en su estilo presidencial y en su comunicación.