Las elecciones primarias del «supermartes» han sido una muestra de poder del voto latino, que está en alza en todo el país y que fue un bloque clave para la demócrata Hillary Clinton y el republicano John McCain.
Clinton y su rival, el senador Barack Obama, reconocieron el valor de esa minoría e hicieron un esfuerzo especial por llevar su mensaje a los latinos en los estados donde tienen mayor presencia.
Sin embargo, Clinton se los llevó de calle, según los sondeos realizados por la cadena CNN a la salida de las urnas. En las primarias demócratas de California, casi un 70% de los latinos se decantaron por la ex primera dama, lo que le dio la victoria en ese estado, el más valioso por su alto número de delegados.
Clinton logró el 56% en Nuevo México y un 55 por ciento en Arizona, que son otros dos de los estados con mayor sabor latino. La razón, a juicio de Rodolfo de la Garza, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Columbia, es la familiaridad que los latinos tienen con Clinton y su esposo. «Se acuerdan de Bill Clinton. A Obama no le conocen», afirmó.
Otra explicación es que los hispanos no estarían dispuestos a votar por un negro, una teoría expresada hace unas semanas por Sergio Bendixen, un encuestador que trabaja para Clinton, que levantó una polvareda de protestas.
Obama se mantuvo fuerte entre los votantes negros pero esa tendencia se contagió a los votantes blancos, ganando el 40% en Georgia, según mostraron encuestas de ayer.
Otro dato es que Clinton tuvo un fuerte apoyo de las mujeres, al margen de los hispanos. En 2004, el presidente George W. Bush logró el apoyo del 38 por ciento de los hispanos.