La situación, especialmente dramática en el este, también afectó ayer directamente a Nairobi, donde al menos treinta personas fallecieron asesinadas con machetes y flechas durante los enfrentamientos étnicos en Kenia. Además, dos helicópteros del Ejército bombardearon una parte de la ciudad de Naivasha, disparando contra la multitud.
Las aeronaves lanzaron ráfagas tres o cuatro veces contra una multitud de más de 600 personas que blandían machetes y palos mientras dos camiones de Policía se preparaban para evacuar a los que se habían escondido en la comisaría.
Sin embargo, la muerte que más impacto causó entre la población y los políticos fue la de Meltius Were, diputado del Movimiento Democrático Naranja a quien «dispararon en su casa», según el portavoz del partido, Tony Gachoka. «La situación actual es sospechosa, todos los dedos apuntan al Gobierno, y el Gobierno va a tener que demostrar que no está implicado», agregó, apuntando a una motivación política para este fallecimiento.
Mientras tanto el ex secretario de Naciones Unidas Kofi Annan inauguró su mediación entre Gobierno y oposición en Kenia y expresó su confianza en que los «asuntos políticos urgentes» en este país sean resueltos en las próximas cuatro semanas y que otros más amplios y subyacentes se arreglen en un plazo de un año.
En la ceremonia inaugural de la mediación oficial, que tuvo lugar en Nairobi, Annan se dirigió a Kibaki y al líder de la oposición, Raila Odinga, que asistieron al acto, para recordarles que «la gente quiere que ustedes se hagan cargo de la situación y hagan todo lo posible para detener la espiral descendente que amenaza este bonito y próspero país».
«Todos debemos tomar la decisión de recuperar la dignidad de nuestra nación y restaurar la estabilidad», declaró Kibaki. Mientras, que el líder de la oposición, Odinga insistió en que lo más urgente son los «resultados profundamente defectuosos de las elecciones presidenciales».