La explosión de una bomba en un autobús de pasajeros dejó ayer ocho muertos y 56 heridos en la ciudad rusa de Togliatti, en el curso medio del Volga, acción que las autoridades investigan como acto terrorista.
De confirmarse que la explosión fue un atentado, sería el más grave perpetrado contra civiles en Rusia desde agosto de 2006, cuando tres nacionalistas rusos detonaron una bomba en un mercado moscovita que mató a diez personas y causó medio centenar de heridos.
Vladímir Artiakov, el gobernador de la región rusa de Samara, a la que está adscrita Togliatti, anunció que la Fiscalía ha incoado un proceso por los siguientes delitos: «acto terrorista», «asesinatos múltiples» y «transporte de explosivos».
«La principal línea de investigación es que se trata de un acto terrorista», dijo el gobernador, quien decretó el jueves un día de luto por las víctimas en la región, según la agencia Interfax. Yuri Rozhin, jefe del departamento de Seguridad regional, dijo que las tres principales hipótesis que se investigan son un atentado terrorista, ajustes de cuentas entre las mafias y la explosión accidental de una bomba que portaba algún pasajero.
«No descartamos que la detonación fuera provocada por un terrorista suicida», subrayó el funcionario y añadió que no parece casual que la explosión ocurriera en una hora punta de la mañana en un autobús repleto de pasajeros, en su mayoría estudiantes. Fuentes de la investigación dijeron a Interfax que en particular se estudia la «pista wahhabí», es decir, la posible implicación de extremistas islámicos, pues en la zona musulmana del Volga es bastante fuerte la influencia de esa corriente radical del islám. Otras fuentes mencionaron además la posible implicación de grupos ultranacionalistas rusos o de estructuras mafiosas, también muy arraigadas en esa zona, o bien la vinculación del atentado con el proceso contra el alcalde de Togliatti, acusado de extorsión.