EUROPA PRESS-LONDRES/GLASGOW
Hasta ocho se eleva el número de detenidos por su relación con los atentados frustrados en Londres y Glasgow. El arresto de dos hombres más, de 25 y 28 años, llegó mientras Reino Unido sigue en su nivel máximo de alerta y se van identificando a los sospechosos que se encuentran detenidos. Las últimas informaciones policiales desvelan que dos de ellos son médicos que trabajan para la Sanidad pública, tras haberse formado en Jordania e Irak, lugares de origen de ambos.
La Policía de la comarca de Strathclyde informó ayer de las nuevas detenciones, producidas mientras prosiguen los registros en viviendas de diversas localidades británicas. En declaraciones a 'Sky News', uno de los funcionarios policiales que trabajan en la investigación insistió «a todos» para que sigan «vigilantes».
La ministra de Interior británica, Jacqui Smith, compareció ayer en el Parlamento británico, donde reveló que la Policía ya ha registrado al menos 19 inmuebles en una «investigación que se desarrolla rápidamente». «Los terroristas atacan los valores compartidos de los ciudadanos respetuosos con la ley», contra lo que las autoridades dispondrán «recursos, capacidad y legislación».
Desde la oposición, el responsable de Interior del Partido Conservador, David Davis, subrayó lo «muy muy afortunados» que deben sentirse, puesto que «sólo las acciones de unas pocas personas que estaban en el momento y el lugar adecuado impidieron graves daños personales en más de una ocasión». Hasta el momento, la colaboración ciudadana está siendo clave.
«Seamos claros, los terroristas son criminales y sus víctimas son de todas las procedencias, comunidades, religiones y modos de vida», insistió Smith. Bilal Abdulla, iraquí de origen, figura en el registo nacional de médicos y ha sido confirmado como tal. El otro detenido médico es Mohammed Jamil Abdelqader Asha, natural de Jordania y trabajador en un centro británico como neurólogo desde hace dos años. Asha fue arrestado junto a su mujer el pasado sábado.
La alerta en Reino Unido sigue siendo máxima, como se pudo comprobar en el evidente incremento de las medidas de seguridad en determinados lugares públicos o eventos: controles policiales en el Puente de Londres o la colocación de bloques de cemento para impedir el acceso de coches sin permiso a las instalaciones donde se celebra el torneo de Wimbledom.