PEDRO ALONSO-MANCHESTER
Tras años de larga espera, el ministro británico de Economía, Gordon Brown, fue proclamado ayer nuevo líder del Partido Laborista en sustitución de Tony Blair y puso rumbo a una nueva era política en el Reino Unido. En un congreso extraordinario celebrado en Manchester, feudo laborista en el norte de Inglaterra, Brown recibió el testigo del liderazgo del propio Blair, quien, tras acaparar durante años el protagonismo, se limitó ayer a hacer de «telonero» del nuevo «hombre fuerte» a tres días de dejar el Gobierno.
Recibido por los delegados con una cerrada ovación, Blair subió al estrado del Bridgewater Hall, auditorio que acogió el congreso, y presentó a quien ha sido su «amigo durante veinte años». «Sé que dará lo mejor por el país. Dad la bienvenida al nuevo líder del Partido Laborista», dijo el aún jefe del Gobierno, al subrayar que Brown reúne las cualidades para ser «un gran primer ministro», cargo que asumirá oficialmente el miércoles.
Después, el titular de Economía, acogido también con entusiastas aplausos, accedió al escenario y aceptó, «con humildad, orgullo y un gran sentido del deber, el privilegio y la gran responsabilidad de liderar nuestro partido y cambiar nuestro país». Antes de entrar en detalles sobre sus intenciones políticas, el nuevo líder rindió tributo a Blair, cuyos diez años en el poder dejan un Reino Unido «más fuerte, más próspero y más tolerante».Brown tomó las riendas del laborismo sin oposición de otros candidatos, pues el ala izquierda del partido no logró los apoyos necesarios para proponer a un aspirante, y con motivos para el optimismo, dado el repunte de la popularidad de su formación. Brown logró el mandato por aclamación y sin debate. Según una encuesta de intención de voto difundida ayer por el dominical «The Observer», los laboristas aventajan a los conservadores, de David Cameron, por primera vez desde octubre pasado, lo que parece confirmar la repercusión positiva del llamado «efecto Brown».