EFE-BEIRUT
Más de treinta personas, entre ellas al menos 13 militares libaneses, murieron ayer en violentos choques armados que tuvieron lugar en varios lugares de Trípoli (norte del país) entre el Ejército y el grupo extremista suní Fatah al Islam. Estos sucesos, que no tienen aparentemente relación con la crisis política que vive el Líbano, son los más graves en los últimos meses.
Los enfrentamientos tuvieron lugar en tres lugares diferentes: el campo de refugiados palestino Nahar al Bared, donde Fatah al Islam tiene su principal base, el «Edificio Abdo», en pleno centro de Trípoli, ciudad de mayoría suní, y el barrio de Al Tel, al sur de la ciudad.
En estos dos últimos lugares, miembros de Fatah al Islam se habían atrincherado en algunos apartamentos y, desde las ventanas, protagonizaron un intenso tiroteo con el Ejército libanés que los asedió durante horas.
Fatah al Islam es un grupo de extremistas palestinos que algunos vinculan con Al Qaeda. Algunos miembros del gobierno insisten, en cambio, en vincularlos a Siria.
«No son sino terroristas, y quienes los mandan son una parte bien conocida», dijo el jefe del bloque parlamentario Corriente de Futuro, Saad Hariri -aliado del primer ministro Fuad Siniora-, utilizando un vocabulario que habitualmente elige para mostrar su dedo acusador contra Siria.
El gobierno sirio, que siempre ha negado toda vinculación con este grupo, decretó el cierre de dos puntos fronterizos con el norte libanés -Al Arida y Al Dabuseiya- «debido a las circunstancias de seguridad en el norte del Líbano y para preservar la seguridad de los ciudadanos libaneses y sirios».