EFE-PARÍS
Un desafiante Sarkozy denunciaba ayer desde Malta las críticas, vertidas especialmente pero no sólo por la izquierda, a su paseo en el lujoso yate de un empresario.
Con 52 años y un estilo muy diferente del de Chirac -durante la campaña preconizó la «ruptura» con la forma de hacer política en los últimos 25 años-, el conservador Sarkozy replicó a la polémica sobre sus breves vacaciones previas a su investidura.
Dijo que no piensa «ocultarse, mentir o excusarse» y que su viaje no le ha costado «un céntimo» a los contribuyentes, y defendió el haber aceptado la invitación del multimillonario Vincent Bolloré.
Al día siguiente de su victoria sobre la socialista Ségolène Royal, Sarkozy viajó el lunes con su familia a Malta en un avión privado de Bolloré antes de embarcar en el lujoso yate de éste. «Hace 20 años que me invita y 20 años que lo rechazo», dijo, antes de desear para la economía francesa que haya «muchos Vincent Bolloré» y recalcar que éste «nunca» ha trabajado para el Estado.
El propio empresario, una de las principales fortunas del país, afirmó que Sarkozy es su «invitado» y se declaró «honrado» de que haya aceptado esa invitación, una «tradición», dijo, en la familia Bolloré que, después de la Segunda Guerra Mundial, acogió en una de sus fincas al socialista Leon Blum al volver de su cautiverio.Dirigentes de izquierdas habían denunciado la víspera las «vacaciones de multimillonario» y «ocio patrocinado» del presidente electo, y se preguntaron si era «La República la que paga».
Criticaron la «lujosa ostentación» de Sarkozy, «una forma de arrogancia e incluso de insulto», impropia, a su juicio, de un futuro jefe de Estado, quien hizo campaña como «candidato del pueblo» y defensor de «la Francia que se levanta temprano».
Aunque Sarkozy rechazó la polémica por sus «dos días y medio» de descanso mediterráneo, el hecho es que adelantó a ayer por la noche su regreso a París y asistirá hoy a un acto de la jornada conmemorativa, promovida por Chirac, sobre la abolición de la esclavitud. Nadie oculta que el cambio de calendario de Sarkozy se debe al intento de atajar la polémica suscitada por el viaje de lujo por aguas del Mediterráneo.