EFE-ROMA
El primer ministro italiano, Romano Prodi, presentó ayer la misión tras 281 días de andadura de su variopinto Gobierno, una coalición de 16 partidos de centroizquierda que desde muy pronto mostró diferencias fundamentales en asuntos como la política exterior. De hecho, ha sido la política exterior la que se ha llevado por delante el segundo Ejecutivo de Prodi, al ser rechazada por el Senado en una votación, en la que a la coalición de centroizquierda le faltaron dos votos para lograr la necesaria mayoría de 160.
Tras la derrota, Prodi reunió a sus ministros y principales líderes de la coalición «la Unión» para luego presentar la dimisión al jefe de Estado, Giorgio Napolitano, que se ha «reservado la decisión» de aceptarla y hoy comenzará las consultas con los partidos políticos para formar un nuevo Ejecutivo. El centroizquierda insiste en que Prodi tiene que formar un nuevo Gobierno, mientras que la oposición conservadora, liderada por Silvio Berlusconi, exige elecciones anticipadas para la cercana primavera.
Todo comenzó por la mañana, cuando el ministro de Asuntos Exteriores, Massimo D'Alema, compareció en el Senado para informar de la política exterior del Gobierno. Allí reiteró el empeño militar en Afganistán y la ampliación de la base estadounidense de Vicenza, dos asuntos que despiertan fuertes diferencias en la alianza gubernamental.Y el peor escenario posible se confirmó, cuando el presidente del Senado, Franco Marini, leyó el resultado del voto que dejaba al Gobierno a dos sufragios de la necesaria mayoría, momento en el que se produjo un gran revuelo y desde los bancos de la oposición surgió un coro de gritos que pedían al dimisión. La coalición de Gobierno contaba con una estrechísima mayoría de sólo dos votos en el Senado, que se vio tocada de muerte con la decisión del senador del Refundación Comunista, Franco Turigliatto, de dimitir y no votar la moción, anunció que hizo durante la sesión.