Los líderes de la Unión Europea (UE), incapaces de lograr un consenso sobre la crisis constitucional, se han dado de plazo hasta la segunda mitad de 2008 para decidir qué hacer con el nuevo tratado, rechazado por Francia y Holanda. El actual presidente de turno de la Unión, el canciller austríaco, Wolfgang Schüssel, presentó a los jefes de Estado y Gobierno comunitarios un plan que esboza por primera vez un camino para salir del atolladero político en el que se encuentra la UE desde hace un año.
El itinerario presentado por Schüssel consiste, en sustancia, en prolongar un año más el período de reflexión, impulsar mientras tanto proyectos y políticas concretas atractivas para los ciudadanos, confiar a la presidencia alemana (primer semestre de 2007) la elaboración de opciones sobre la Constitución y darse de plazo hasta finales de 2008, bajo presidencia francesa, para decidir.
Los líderes no pudieron, sin embargo, ponerse de acuerdo sobre la lista de prioridades concretas con la que pretenden demostrar, como les había pedido el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que Europa no se detiene.Mientras tanto, el proceso de ratificación continuará, con el fin de tener al final del camino una correlación precisa de fuerzas entre los que aprueban el Tratado constitucional y los que lo rechazan.
En estos momentos ya hay una mayoría de estados (15 de 25), que representan, además, una mayoría de la población de la Unión, que ha ratificado la Constitución europea.