EFE-BEIRUT
Manifestantes libaneses se sumaron ayer a las protestas por la
publicación en Europa de las caricaturas sobre Mahoma e incendiaron
el Consulado danés en Beirut, un día después de la quema de las
embajadas de Dinamarca y Noruega en Damasco. «No hay más Dios que
Alá y Mohamed (Mahoma) es su profeta», corearon miles de
manifestantes que se congregaron alrededor del edificio del
Consulado en llamas, que estaba vacío ya que el personal
diplomático lo había abandonado el sábado.
Además del edificio del Consulado, los manifestantes también incendiaron vehículos particulares y del Ejército libanés, además de romper vidrios de edificios y centros comerciales. La protesta, en la que participaron unas 10.000 personas, comenzó en el céntrico barrio de Achrafieh, donde los congregados arrojaron piedras contra las fuerzas que acordonaron la zona para impedir que los manifestantes se acercasen al Consulado de Dinamarca.
El primer ministro libanés, Fuad Siniora, expresó su tristeza por lo sucedido, que consideró «inaceptable», y dio órdenes a las fuerzas de seguridad para que tomen las medidas pertinentes para evitar otros incidentes similares.
Horas después, el ministro libanés de Interior, Hassan Saba, presentaba su dimisión al Gobierno, reunido en sesión extraordinaria, tras los incidentes que siguieron a la protesta. El ministro dimisionario culpó de los incidentes al comportamiento de personas infiltradas entre los manifestantes, sin dar más precisiones.Saba anunció que hasta el momento habían sido detenidas 174 personas, supuestamente involucradas en los incidentes, de las que 38 son palestinos, 76 sirios y 25 aún no han sido identificados.
El gobierno danés intentó por su parte rebajar la tensión en la crisis con un llamamiento al diálogo como único medio para una solución y oponiéndose a sanciones contra Siria y el Líbano tras los ataques contra sus sedes diplomáticas.
El ministro de Asuntos Exteriores, Per Stig Moeller, condenó no obstante en rueda de prensa los incidentes en Damasco y Beirut, que calificó de «aterradores» e «inaceptables». Los presidentes de Alemania, Finlandia, Italia, Letonia, Austria, Portugal y Hungría condenaron en Dresde las protestas violentas.