EFE-LA HAYA
Un tribunal de La Haya condenó ayer a 15 años de cárcel al
empresario holandés Frans van Anraat por crímenes de guerra
cometidos en la década de los ochenta en Irán e Irak, pero le
absolvió del cargo de genocidio. La fiscalía le acusaba de
complicidad en genocidio con el régimen del depuesto dictador
iraquí, Sadam Husein, al que, según la acusación, Van Anraat
facilitó materias primas para fabricar armas químicas utilizadas
por Irak durante la guerra contra Irán (entre 1980 y 1988) y contra
la población kurda del norte de Irak, lo que causó miles de
víctimas civiles.
Los jueces consideraron probado que Van Anraat sabía que las toneladas de materias primas que suministró al régimen iraquí entre 1984 y 1988 se emplearían en la elaboración de armas químicas como el gas mostaza. Se trata del primer ciudadano de esa nacionalidad que ha sido acusado de complicidad de genocidio por presunta colaboración con el ex dictador iraquí, quien a su vez está siendo juzgado en Irak por los mismos crímenes.
La sentencia argumenta que la venta de toneladas de materias primas por parte del empresario holandés al régimen de Sadam Husein era merecedora de una condena de 15 años de cárcel, la máxima pena que la legislación holandesa prevé para los casos de crímenes de guerra, pero rechazó la acusación de complicidad en genocidio.