La futura canciller alemana, Angela Merkel, selló ayer, con la firma del pacto de gobierno entre la Unión Cristianodemócrata (CDU), la Unión Cristianosocial de Baviera (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD), la voluntad de las tres grandes fuerzas de devolver a Alemania el vigor perdido.
Exactamente dos meses después de su ajustada victoria electoral, la presidenta de la CDU, Merkel, y los líderes de la CSU, Edmund Stoiber, y del SPD, Matthias Platzeck, formalizaron un acuerdo, contenido en 191 páginas, que no promete un camino de rosas al ciudadano, sino subidas fiscales y más recortes sociales, a cambio de recuperación económica.
«Este documento, de momento, sólo es papel... pero nos debemos esforzar por que no se quede en papel, por llenarlo con vida, con trabajo y buena voluntad», dijo Merkel.
Es un pacto destinado a hacer de Alemania un país «blindado para el futuro», según Platzeck. Y es un pacto donde hay mucho en juego, puesto que «su fracaso no sería sólo el fracaso de un gobierno, sino un fuerte revés a la evolución del país», según Stoiber. De rivales políticos durante décadas a socios de gobierno, la tarea de Merkel, que se colocará al frente de un gobierno en que el SPD tendrá ocho de los dieciséis ministerios, no es fácil.
Merkel escribirá una página de la historia el próximo martes, día en que se someterá al voto del Parlamento y en que, con toda probabilidad, se convertirá en la primera mujer en la Cancillería de la República Federal de Alemania (RFA).
Pero, pese a la cohesión de los tres líderes, no tiene asegurado el apoyo cerrado de todas sus filas, puesto que en medios alemanes pronosticaban hoy numerosos votos tránsfugas procedentes del SPD.
Merkel llevó a la CDU a la victoria haciendo campaña de la honestidad y «prometiendo» en sus mítines un aumento del IVA y también una flexibilización de las leyes de protección contra el despido. El SPD rechazaba ambas cuestiones, pero al final ha tenido que ceder e incluir ese incremento -del 16 al 19 por ciento, para 2007-, además de la ampliación del periodo de prueba en los nuevos contratos de seis meses a dos años.
No será el del IVA el único incremento fiscal de Merkel, que rompe la racha a la baja de los siete años en el Gobierno de Gerhard Schroeder, en que el IRPF bajó del 52 al 42 por ciento, para el tipo máximo, del 25 al 15 por ciento, para el mínimo. El nuevo Ejecutivo introducirá el «impuesto para ricos», para ingresos superiores a los 250.000 euros anuales, en el caso de solteros, y 500.000, en el caso de casados.
Del sacrificio impositivo que se pide al ciudadano depende, en parte, que en 2007 Alemania deje de incumplir -tras cinco años seguidos- el Pacto de Estabilidad Europeo, puesto que ello se destinará parcialmente la recaudación adicional.