El presidente iraní, el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, lideró ayer una multitudinaria marcha en Teherán convocada para celebrar el «Día de Jerusalén», festividad instaurada por el ayatolá Rujolah Jomeini para respaldar la causa palestina.
La efeméride, que se conmemora cada año el último viernes del mes sagrado del ayuno islámico o Ramadán, se celebra con pasión en el seno de la comunidad musulmana chií, sobre todo entre los seguidores de la corriente duodecina, mayoritarios en el Líbano e Irán.
El mandatario iraní no se escondió y prefirió colocarse en un lugar preeminente, pese al difícil lugar en el que ha colocado a su país con su decisión de recuperar en público la célebre frase de Jomeini, fundador de la República islámica iraní, sobre la necesidad de «borrar a Israel del mapa».
Sus palabras, pronunciadas el pasado miércoles ante un grupo de estudiantes, cosecharon un unánime rechazo internacional y propiciaron que el Estado judío emprendiera los trámites para pedir la expulsión de Irán de la ONU.Ahmadinayed mantuvo este viernes su reto y aseguró que las críticas externas son lícitas, pero que carecen de valor. EEUU y Europa «son libres para hablar pero sus palabras carecen de valor para mí», aseguró el mandatario, a quien cita la agencia oficial de noticias local IRNA.
«Son personas que tiene mucha cara y desean que todo el mundo les obedezca», agregó. El presidente marcó por las calles de la capital acompañado por decenas de miles de seguidores, en una protesta masiva que según diplomáticos y expertos en la zona es una muestra del respaldo que tienen en el país las ideas del presidente. Los manifestantes, convocados por las organizaciones del país, salieron desde siete puntos diferentes de la capital en dirección al campus de la Universidad, donde a mediodía tuvo lugar la oración comunitaria y el sermón preceptivo de los viernes, principal tribuna política del país.
Al grito de «abajo Estados Unidos, fuera Israel y el Reino Unido», los miles de congregados avanzaron desde las 8:30 de la mañana hora local con pancartas en las que condenan «los crímenes del despotismo mundial y del sionismo», ideología esta última que fomentó la creación del actual Estado de Israel.