Un avión militar español que viajó a Bagdad para recoger niños iraquíes heridos en la avalancha ocurrida el pasado 31 de agosto despegó del aeropuerto de esta capital en medio de protestas de las autoridades iraquíes. El viceministro de Salud, Amar al-Safar, afirmó que la ayuda humanitaria española sólo embarcó a veinte de los 45 niños que esperaban en el aeródromo y rechazó a los sufrían las heridas más graves.
«Los veinte elegidos solo tenían heridas menos graves. Ha sido como un secuestro. El único objetivo de la misión es la propaganda, para que en su país parezca que se ayuda al pueblo iraquí», dijo Al-Safar a los periodistas. «Han esperado aquí, en el aeropuerto, más de tres horas sin oxígeno, sin primeros auxilios. Di orden de que regresaran a Bagdad si no se los llevaban todos», agregó.
El responsable iraquí también se quejó del tratamiento que los soldados españoles habían dado a los heridos, a los que registraron «sin miramientos» antes de embarcarlos en el Hércules C-130 en el que también viajaba el padre Angel, presidente de Asociación Mensajeros de la Paz. El sacerdote ha estado involucrado en misiones de esta naturaleza desde que en abril de 2003 cayera el régimen de Sadam Husein.Ante estos acontecimientos, Al-Safar anunció que pediría al Ministerio de Exteriores de su país que envíe una carta formal de protesta a Madrid. La avalancha, en la que murieron más de un millar de iraquíes, ocurrió el 31 de agosto en un puente sobre el río Tigris, en Bagdad, durante una de las peregrinaciones del calendario chií.
Al conocer la tragedia, el ministro español de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, se puso en contacto con su homólogo iraquí para expresarle sus condolencias y ofrecerle ayuda médica para evacuaciones o tratamientos. En respuesta a este ofrecimiento y la posterior petición del ministro iraquí, se procedió al envío del Hércules de las fuerzas aéreas españolas.