El Gobierno británico anunció ayer que el clérigo islámico radical Omar Bakri Mohammed no podrá regresar al Reino Unido. Bakri, de 45 años, viajó precipitadamente al Líbano, el pasado sábado, ante el temor a ser detenido de acuerdo con las nuevas leyes antiterroristas británicas.
La justificación que dio, sin embargo, era que quería visitar a su madre, que está enferma. Antes de ser detenido el jueves por la policía libanesa, Bakri declaró a una televisión de ese país que no regresaría al Reino Unido, donde dijo es objeto de persecución.
Un portavoz del Ministerio del Interior británico afirmó ayer que la prohibición a Bakri no afecta a su familia. El predicador tiene siete hijos, nacidos todos ellos en suelo británico y que, según el portavoz, seguirían recibiendo los beneficios del Estado. Bakri iba a someterse este mismo año a una operación cardíaca también a costa del Estado, lo que provocó una fuerte campaña de la prensa sensacionalista en contra de ese tipo de abusos de los que considera enemigos del país.
La decisión de prohibir al predicador regresar a suelo británico representa un endurecimiento de la postura del Gobierno de Londres, que quiere tomar medidas drásticas contra ese tipo de imanes.El martes, el viceprimer ministro, John Prescott, si bien afirmó que aunque mucha gente no quisiera verle volver, agregó que Bakri tenía derecho a entrar y salir ya que Gran Bretaña es «una democracia y no una dictadura, gracias a Dios».
Según un portavoz del ministerio libanés de Asuntos Exteriores, Bakri es objeto de una solicitud de extradición por parte de las autoridades sirias, que le acusan de numerosos delitos, aunque no de terrorismo, cometidos en ese país durante los años ochenta.
Fundador de la organización radical islámica Al-Muhajirun, que el Gobierno británico quiere ilegalizar, Bakri causó un escándalo en el Reino Unido al declarar que aprobaba la eventual toma de rehenes en las escuelas británicas si la causa fuera justa.