El primer ministro británico, Tony Blair, abandonó ayer la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8) en Escocia para regresar a Londres y coordinar la gestión de la crisis por los atentados, considerados los mayores de la historia del Reino Unido. Blair decidió suspender por unas horas su participación en la reunión de los siete países más ricos del mundo y Rusia tras confirmarse que se trató de una acción terrorista.
Nada más llegar a su residencia oficial del número 10 de Downing Street, el jefe de Gobierno presidió la llamada operación «Cobra», integrada por varios ministros y jefes de los servicios de seguridad y pensada para situaciones de emergencia como la de ayer. En una declaración en Downing Street, Blair prometió una muy intensa búsqueda policial para conseguir que los responsables de los atentados sean llevados ante la Justicia.
Afirmó que no permitirá el éxito de los terroristas, y destacó el estoicismo y la resistencia de los londinenses. «Este es un día muy triste para los británicos», afirmó. Los responsables actúan en nombre del Islam, pero la mayoría de los musulmanes es gente honrada, puntualizó. El primer ministro expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y agradeció a los servicios de emergencia el trabajo que llevan a cabo para atender a las heridos.
Agregó que los terroristas han querido atentar contra «toda una nación, pero no contra todos los países y el mundo civilizado». «Es importante que quienes están involucrados en el terrorismo se den cuenta que nuestra decisión por defender nuestros valores y estilo de vida es mayor que la de ellos por causar muerte y destrucción entre gente inocente para imponer el extremismo en el mundo», dijo Blair.