El presidente de turno de la UE, el primer ministro de Luxemburgo Jean Claude Juncker, afirmó ayer que «la crisis» que vive Europa «es profunda», lo que demuestra que «no está madura sino todavía en la pubertad».
En un discurso pronunciado en el Parlamento Europeo para hacer balance de la presidencia luxemburguesa de la UE que culmina este mes, Juncker afirmó que «nuestra generación no tiene derecho a deshacer lo que han hecho las generaciones anteriores».
El primer ministro luxemburgués fue interrumpido en varias ocasiones durante su intervención por los aplausos de los diputados, que de esta forma quisieron valorar sus esfuerzos y su trabajo.
Fue un discurso emotivo en el que pasó revista a los logros de la presidencia (reforma del pacto de estabilidad, mejora de las relaciones exteriores o refuerzo de la estrategia de Lisboa), pero sobre todo se detuvo en dos fracasos: la Constitución europea y el nuevo marco presupuestario de la UE (2007-2013).
Respecto a la Constitución, recordó que ha sido ratificada ya por 10 países -entre ellos Españamientras que dos -Francia y Holanda- la han rechazado, lo que ha llevado a establecer un «período de reflexión» para determinar las prioridades a partir de ahora.
Dijo que algunos países ya han decidido retrasar sus ratificaciones, pero «todos necesitan debatir sobre el futuro de la Europa que queremos», comentó. Sobre las perspectivas financieras, el presidente en ejercicio de la UE insistió en los esfuerzos que ha realizado para llegar a un acuerdo, a pesar de la falta de apoyo de algunos países.
«Tuve 65 horas de consultas, debates y negociaciones (en el último Consejo Europeo). Más no pude hacer», dijo Juncker tras resaltar que «sinceramente, todos los que vengan después de mí (en referencia al primer ministro británico, Tony Blair, que le sucederá en el cargo) harán menos».