La periodista francesa Florence Aubenas, liberada junto a su guía iraquí Husein Hanoun, tras permanecer como rehenes 157 días en Irak, llegó de vuelta a Francia, donde la movilización de los últimos meses se transformó en fiesta y en elogios a los que trabajaron en este desenlace feliz.
Aubenas llegó a la base aérea de Villacoublay, en las afueras de París, en un avión oficial francés en el que le habían ido a buscar a Chipre el ministro francés de Asuntos Exteriores, Philippe Douste-Blazy, el director de los servicios de espionaje DGSE, Pierre Brochand, y el director de su periódico, «Libération», Serge July.
La periodista de 44 años fue la primera en bajar del avión sonriente y saludó en primer lugar al presidente francés, Jacques Chirac, al que dio dos besos, y a continuación a sus padres, a sus dos hermanos y a otros miembros de su familia.
En sus primeras declaraciones a la prensa en la misma pista de Villacoublay, Aubenas agradeció la movilización para reclamar su liberación, y a ese respecto aludió con humor a un día en que sus secuestradores le permitieron ver la televisión, lo que le subió la moral al ver que había una campaña a su favor.El comité de apoyo que se había formado para mantener la movilización a favor de su liberación organizó a última hora de la tarde una fiesta en la plaza de la República de París.
La vuelta de Aubenas a Francia, donde va a seguir siendo interrogada por la DGSE durante un tiempo sobre los detalles de su cautiverio, no ha permitido levantar muchas de las dudas que rodean tanto el secuestro como de la liberación.
El portavoz del Gobierno, Jean-Francois Copé, aseguró que «no se ha pagado ningún rescate» y que tampoco «ha habido ninguna petición de dinero», tratando de acallar los rumores sobre una contrapartida económica por la puesta en libertad, mencionados por el secretario general de Reporteros sin Fronteras, Robert Ménard, que habló de una quincena de millones de dólares, antes de matizar.