En una declaración formal ante el Parlamento, el ministro de Asuntos Exteriores, Jack Straw, justificó el aparcamiento del referéndum por el doble y mayoritario «no» de franceses y holandeses. Precisó, sin embargo, que no es sólo el Reino Unido quien debe decidir solo el futuro del Tratado, que calificó de «conjunto razonable de reglas nuevas para una UE ampliada».
«Nos reservamos completamente el derecho de reintroducir (en el Parlamento) un proyecto de ley para la celebración de un referéndum de cambiar las circunstancias», dijo.
Tanto el presidente francés, Jacques Chirac, como el canciller alemán, Gerhard Schröder, cuyo país figura entre los nueve que ya han aprobado el texto por vía exclusivamente parlamentaria, han pedido que continúe el proceso de ratificación.
Pero en su respuesta a Straw, el portavoz de política exterior de la oposición conservadora, Liam Fox, calificó hoy a Chirac y Schroeder de «dinosaurios políticos» tras afirmar de modo tajante que el tratado era «malo para Gran Bretaña y malo para el Reino Unido» y darlo por definitivamente muerto.
En medio de la bronca de los conservadores y sin perder la compostura Straw sostuvo, por el contrario, que el Reino Unido había conseguido todos sus principales objetivos al negociar el texto constitucional, entre ellos una reducción del tamaño de la Comisión Europea y un sistema de voto mucho mejor y que beneficia a Londres.También citó como logros el fin de las presidencias rotatorias semestrales y su sustitución por un presidente del Consejo a tiempo completo y mejores disposiciones para involucrar a los parlamentos nacionales en la legislación europea.
Straw se cuidó mucho de que no pudiese culparse a Londres del fracaso de un texto que negoció y aprobó en su día el Gobierno laborista de Tony Blair al señalar que era «propiedad del Conjunto de la Unión Europea».
Son los líderes europeos quienes deben decidir cómo «hacer frente a la situación», dijo Straw, quien recordó que la primera oportunidad para una discusión colectiva en la UE será en el Consejo Europeo del 16 y 17 de junio en Bruselas. Straw reconoció que los resultados de los dos recientes referendos suscitan «profundos interrogantes sobre la futura dirección de Europa».