ANTONIO RODRÍGUEZ-MOSCÚ
La comunidad internacional reconoció en Moscú el sacrificio de los
pueblos de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial en
un desfile militar en la Plaza Roja que recordó a las grandes
paradas soviéticas frente al mausoleo de Lenin.
El presidente ruso, Vladimir Putin, se colocó con los líderes extranjeros a los piés de la tumba evitando subir al estrado desde el que los jerarcas soviéticos seguían los desfiles. La ceremonia duró una hora exacta entre las campanadas del Kremlin de las 10 y las 11:00 horas (dos horas menos en España) y contó con la presencia también de las potencias derrotadas como Alemania y Japón, que enviaron al canciller Gerhard Schroeder y al primer ministro Junichiro Koizumi.
Una réplica de la bandera soviética con la hoz y el martillo que ondeó en el Reichtag alemán el 1 de mayo de 1945, dio comienzo al desfile que abrió minutos después el ministro ruso de Defensa, Serguei Ivanov, en coche descubierto frente a varias unidades militares rusas.
Veteranos de la guerra participaron en el mismo subidos en camiones militares que circularon ante el estrado principal. Minutos después aparecieron en la Plaza Roja las formaciones de soldados vestidos, en algunos casos, con uniformes de la II Guerra Mundial.
Putin felicitó en su discurso a los veteranos de la II Guerra Mundial y al conjunto de Rusia por el 60 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, al tiempo que subrayó que las victorias más decisivas de la contienda se produjeron en territorio de la Unión Soviética.
El mandatario ruso tomó la palabra al inicio de la ceremonia para hacer hincapié en que los «eventos más brutales y decisivos del drama y resultado» de la guerra se desarrollaron en la URSS. «El resultado de las batallas de Moscú y Stalingrado, el incondicional levantamiento del sitio de Leningrado, los éxitos en Kursk y Dnieper, determinaron el resultado de la II Guerra Mundial. Liberando Europa y luchando por Berlín, el Ejército Rojo llevó a un final victorioso de la guerra», señaló.