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Cinco países se oponen a que España siga recibiendo ayudas del Fondo de Cohesión

Con la propuesta de la Comisión, España puede perder más de 43.700 millones de euros entre 2007 y 2013

El ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, durante su rueda de prensa.

JOSÉ MANUEL SANZ-LUXEMBURGO
La idea de que España siga recibiendo ayudas del Fondo de Cohesión después del 2007, dos años más, fue recibida con reservas por cinco países de la Unión Europea. Alemania, Dinamarca, Holanda, Suecia y Austria manifestaron, con mayor o menor energía, sus reticencias a la propuesta de la presidencia luxemburguesa, que pretende paliar el drástico recorte de subvenciones europeas que sufrirá España como consecuencia de la ampliación de la UE al Este.

Los ministros de Asuntos Exteriores debatieron una nueva versión del proyecto de «perspectivas financieras» para el período 2007-2013, en el que por primera vez se ofrece un período transitorio a los países que, como España, pierdan el derecho a las ayudas del Fondo de Cohesión a consecuencia del llamado «efecto estadístico».

El jefe de la diplomacia española, Miguel Angel Moratinos, agradeció el gesto de su homólogo luxemburgués, Jean Asselborn, porque supone «un cambio conceptual» de la UE, que hasta ahora había rechazado toda transición, pero dejó claro que resulta «insuficiente» para resolver el denominado «problema español».

Con el paquete financiero propuesto por la Comisión Europea, España se arriesga a perder más de 43.700 millones de euros entre 2007 y 2013, debido a la subida artificial de su renta media provocada por el ingreso de diez socios más pobres.

El propio Moratinos anunció que cinco delegaciones «no han visto con buenos ojos» esta compensación para España, aunque no citó nombres. Las reticencias oscilan entre la franca oposición de Suecia y las «dudas» de Alemania. Berlín considera, así, que no se encuentra «suficientemente motivada» la idea de una salida gradual del Fondo de Cohesión y que «falta base jurídica» para ello.

Por su parte, el ministro francés, Michel Barnier, quien no se pronunció durante la reunión pero sí dejó traslucir sus dudas durante una conferencia de prensa posterior, aseguró que la idea «no se hubiera juzgado posible» durante la etapa en la que él fue comisario responsable de política regional.

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