Los líderes de la UE se dieron ayer una segunda oportunidad para despegar económica y tecnológicamente con la aprobación de reglas menos rígidas de control fiscal y prioridades más selectivas de inversión en «conocimiento», entre las que destacan que cada país diseñe sus propias reformas, por ejemplo, para lograr el pleno empleo en 2010.
Los gobernantes europeos respaldaron el plan presentado por la Comisión Europea (CE) de José Manuel Durao Barroso para «revitalizar» la «estrategia de Lisboa» que pretende modernizar la economía de la UE acotando sus prioridades y concentrando los esfuerzos en la competitividad y el empleo.
El espectro de un «no» francés a la Constitución europea obligó, sin embargo, a los dirigentes comunitarios a moderar sus ardores liberalizadores en una iniciativa clave para la estimulación de la economía como es la apertura a la competencia del sector de servicios, responsable del 70% del PIB de la Unión.
El presidente francés, Jacques Chirac, consiguió que Barroso se comprometiera a aceptar cambios sustanciales en la polémica directiva «Bolkestein» que amenaza con llevarse por delante la Constitución europea en el referéndum previsto dentro de dos meses.Las reformas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) y la Agenda de Lisboa abren la vía para el tramo final de la negociación sobre el marco presupuestario de la UE para el periodo 2007-2013.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, afirmó que «aún no ha empezado la negociación de fondo» sobre las perspectivas y se mostró «optimista» sobre las expectativas de alcanzar un acuerdo al respecto tras el «amplio consenso» para la reforma del Pacto.
En lo que hace refencia al empleo, el presidente de turno hizo hincapié en que la nueva agenda de Lisboa busca paliar la debilidad relativa de la UE en materia de «crecimiento y el empleo» y responde por tanto al «interés de la ciudadanía», pese a que los tecnicismos habituales en la jerga económica -crecimiento, competitividad, productividad- «no les digan nada».