El primer ministro interino, Iyad Alaui, calificó ayer de «victoria sobre el terrorismo» las elecciones del pasado domingo, cuando millones de iraquíes acudieron a votar pese a la amenaza rebelde de convertir la cita en un «baño de sangre».
«Los terroristas han sido derrotados» en las elecciones, afirmó Alaui, quien hizo un llamamiento a la unidad «a los que participaron y a los que no, para conseguir juntos el futuro», en su primera comparecencia pública tras la convocatoria a las urnas.
El jefe del Gobierno interino no olvidó en ese sentido recordar lo necesario de «incorporar en la nueva era a los suníes», la comunidad de la que forman parte los grupos insurgentes y la que registró un menor índice de afluencia de votantes.
La declaración viene a respaldar la opinión generalizada de que sin los suníes, minoritarios pero que han ocupado tradicionalmente el poder, los chiíes y los kurdos no podrán sacar adelante por ellos solos el país pese a su presumible triunfo electoral.
La primera tarea legislativa del próximo Parlamento -cuyos 275 escaños estarán dominados por esas dos comunidades-, será redactar una nueva constitución que será sometida a referéndum antes de fin de año y en cuya elaboración deben involucrase los suníes para conjurar el peligro de una partición territorial.La intervención de Alaui se produjo poco antes de que su ministro de Interior, Fanah al Naqid, perfilara lo que podía constituir un calendario de salida de las fuerzas de Estados Unidos, algo que necesitará el futuro Gobierno para ser considerado plenamente soberano.
Asimismo, la celebración de las elecciones en Irak ha suscitado en general declaraciones de esperanza de la comunidad internacional en la pacificación del territorio. Desde Rusia, su presidente, Vladímir Putin encargó al Ejecutivo aplicar esfuerzos tendentes a «normalizar la situación en Irak» y a «defender los intereses de Rusia en ese país».