La liberación de un espía israelí en un canje de prisioneros refleja una mejora en las tibias relaciones entre Israel y Egipto, lo que facilita la labor mediadora de El Cairo en el conflicto de Oriente Medio.
El empresario de origen druso Azam Azam, condenado en 1997 a quince años de prisión por espionaje, fue entregado ayer a su país a cambio de seis estudiantes egipcios detenidos en agosto pasado y acusados de planear ataques contra militares israelíes.
Un acuerdo en este sentido fue alcanzado durante la visita que el ministro egipcio de Exteriores, Ahmed Abul Gheit, realizó el pasado miércoles a Israel en compañía del jefe de los servicios secretos de Egipto, Omar Suleiman, según comentaristas y fuentes diplomáticas.
La primera reacción positiva salió de Israel, cuyo presidente, Moshé Katzav, manifestó su esperanza de que la medida abra un nuevo capítulo en las relaciones y fomente el regreso del embajador egipcio a Tel Aviv, llamado a consultas a El Cairo por periodo indefinido tras el inicio del alzamiento popular palestino en el 2000.Las autoridades egipcias insistieron por su parte en que la puesta en libertad de Azam se debió a su «deteriorado estado de salud» y a que «ha cumplido tres cuartas partes de su pena».
El portavoz de la Presidencia egipcia, Magued Abdelfatah, expresó sin embargo su optimismo respecto al acercamiento con Israel y consideró que «existe una nueva atmósfera» en Oriente Medio.
Abdelfatah elogió las promesas del Gobierno israelí de «facilitar las elecciones palestinas», previstas para enero próximo, y de cooperar para «reavivar las negociaciones» con la Autoridad Nacional Palestina (ANP).