«El señor Yaser Arafat, presidente de la Autoridad Palestina, ha fallecido en el hospital militar de Percy, en Clamart, el 11 de noviembre de 2004 a las 03.30», afirmó el responsable de los servicios médicos del Ejército francés, el general Christian Estripeau. Esta breve declaración, leída eso sí con toda la solemnidad necesaria poco después de las cinco de la madrugada, confirmaba una noticia esperada desde hace horas en todo el mundo, donde, sin embargo, se sigue sin saber la causa de la muerte de uno de los hombres políticos más importantes de las últimas décadas. Y es posible que no se sepa. Ante los numerosos periodistas agolpados en la puerta del hospital, Estripeau se negó a dar detalles sobre la enfermedad que acabó con la vida de Arafat tras trece interminables días de agonía, invocando el secreto médico.
Las especulaciones se suceden y se mencionan una eventual infección, una parada cardiaca o una nueva hemorragia cerebral como la causa que ha acelerado el final de Arafat, aunque sigue sin saberse qué originó el estado de coma en el que estaba sumido desde hace ocho días. La noticia de su muerte, anunciada y desmentida en varias ocasiones desde que ingresó en Percy el día 29, fue acogida con lágrimas por los dos únicos simpatizantes de la causa palestina presentes en el momento del anuncio, aunque han sido muchos los que han hecho guardia allí en los últimos días. A lo largo de la mañana volvieron a congregarse decenas de personas, con banderas palestinas, pancartas y velas a la entrada del hospital, un lugar que se ha convertido durante la agonía de Arafat en un pequeño santuario.También pueden verse numerosas fotos del líder con su emblemática kefía, aunque era un gorro gris lo que llevaba en la última imagen que quedará de él, cuando subía a un helicóptero en su cuartel general de la Mukata, en Ramala, camino de Aman y París. Desde entonces, la larga agonía de Arafat en Percy ha estado marcada por la incertidumbre y la confusión respecto a su salud, además de por el enfrentamiento protagonizado por Suha y la dirección palestina. Francia, que acogió al líder palestino en los últimos días de su vida, le despidió con honores militares en una base aérea cerca de París, desde donde sus restos emprendieron la primera etapa de su último viaje. La viuda de Arafat, Suha, flanqueada por el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, y el jefe de la diplomacia palestina, Nabil Shaat, no pudo contener las lágrimas en la sobria ceremonia previa a la salida de los restos hacia El Cairo, donde hoy se celebrarán los funerales, tras los que será enterrado en la Mukata, la sede de la ANP en Ramala.