EFE-WASHINGTON/BAGDAD
«La decisión de ir incluye la decisión de terminar», porque no
puede permitirse que una parte del país siga «bajo la ley de los
asesinos, los terroristas y los vestigios del régimen de Sadam
Husein», explicó en rueda de prensa el secretario de Defensa. A
pesar de que los soldados de EEUU son la mayoría de la fuerza de
hasta 15.000 hombres que lanzó ayer la ofensiva sobre Faluya,
Rumsfeld dijo que las tropas estadounidenses «ayudan» a las fuerzas
iraquíes para restaurar el orden en esa zona. La fuerza atacante
está formada por soldados de infantería de Marina (que forman el
grueso del contingente) y del Ejército de Tierra de EEUU, así como
efectivos iraquíes, con el apoyo de aviones, helicópteros
artillados y carros de combate. El jefe del Pentágono justificó la
ofensiva terrestre porque hay «elementos muy peligrosos en Irak»
que están haciendo esfuerzos por «tratar de extinguir el progreso e
intimidar al pueblo iraquí y a las fuerzas de la coalición».
Rumsfeld y los responsables militares sobre el terreno mantienen
informado al presidente de EEUU, George W. Bush, quien sigue de
cerca el desarrollo de la denominada operación «Furia
Fantasma».
La ofensiva se inició poco después de una visita sorpresa del primer ministro iraquí Iyad Alaui a sus tropas en las afueras de la ciudad para dar la orden formal de lanzar las operaciones. En la madrugada del lunes, el Ejército estadounidense y las fuerzas iraquíes habían conquistado el principal hospital local y dos puentes sobre el Éufrates, en el suroeste de la ciudad. Las fuerzas estadounidenses prohibieron a todos los hombres de entre 15 y 50 años entrar o salir de la ciudad o de los pueblos vecinos. De todos modos, entre el 80 y 90% de su población, estimada en 300.000 personas, ya huyó de la ciudad, según fuentes estadounidenses. El Comité de los Ulemas iraquíes, una de las principales organizaciones religiosas suníes, prohibió ayer que los iraquíes participen con los soldados estadounidenses en el asalto a Faluya, considerándolo un «gran pecado». Por su parte, el jeque Jaled Hamud al Yomeili, uno de los más destacados religiosos de Faluya, pidió la mediación del secretario general de la ONU, Kofi Annan, de la Unión Europea y de la Liga Arabe, entre otras entidades, para parar la ofensiva contra su ciudad.