EFE-KABUL
La caída en las últimas 24 horas de dos docenas de cohetes en Kabul
y otros lugares de Afganistán ha hecho aumentar el temor a que los
talibanes y Al Qaeda intenten nuevos ataques para boicotear las
elecciones de hoy, pero no afectó a la vida normal de la capital
afgana y la mayor parte del país.
Dos niños resultaron heridos por un cohete disparado en la ciudad oriental de Jalalabad, cercana a la frontera con Pakistán, mientras el resto, de los que tres cayeron en Kabul y los demás en diversas poblaciones, sobre todo del sur, no se informó de que ocasionaran víctimas.
Ayer, viernes, día sagrado de los musulmanes y festivo, las calles de Kabul, habitualmente abarrotadas de vehículos y viandantes durante el resto de la semana, aparecían por la mañana casi vacías, con poco tráfico y escasos peatones, y mucha menos vigilancia policial de la habitual.
«Contra el pronóstico de los fatalistas, la vida está muy tranquila», dijo Gabriel Dvoskin, periodista argentino que lleva dos años en Afganistán, dedicado a la organización de facultades de periodismo y la promoción de medios de comunicación universitarios independientes. Para Dvoskin, «esa es la noticia, la normalidad, aunque algunos puedan estar preocupados por lo que pasará el día de las votaciones.
Al mediodía, el movimiento aumentó, sobre todo el de hombres y jóvenes que acudían a las mezquitas para la oración del viernes y a escuchar el sermón que los clérigos musulmanes dedican, en buena parte, a hacer indicaciones políticas, en especial en vísperas de estos comicios en los que los afganos elegirán, por primera vez en su historia, un presidente. Algunos clérigos musulmanes invitan a los fieles a que no voten y no participen en estos comicios.