AGENCIAS-MOSCÚ
Osetia vivió ayer la primera jornada de luto oficial por las
víctimas del secuestro en la escuela de Beslan mientras arrecian
las críticas al presidente Vladímir Putin, para quien empieza a
resultar muy cara su implicación en Chechenia. A la espera de los
resultados oficiales, los vecinos de Beslan han pedido ya la
creación de una comisión no gubernamental que participe en los
trabajos oficiales de esclarecimiento sobre los sucedido.
La comisión reclamará, entre otras cosas, que se conozca la transcripión de las conversaciones con los secuestradores para saber cuáles eran sus reivindicaciones, una información que de momento sólo se ha difundido de forma fragmentaria.
La creación de esta comisión contribuiría a reducir la tensión surgida en Osetia del Norte a causa de las escasas informaciones sobre el desarrollo de la toma de rehenes y, fundamentalmente, sobre el número de rehenes, de víctimas y de miembros del comando secuestrador.
El último balance oficial de la tragedia era de 335 muertos, la mitad niños, y unos 400 heridos, pero según el jefe de la célula de crisis, Lev Dzugaiev, el balance podría aumentar. Mientras tanto se suceden las hipótesis sobre las causas de la tragedia y aumentan los problemas políticos para un Putin atrapado por una crisis, la chechena, que él mismo se encargó de atizar hace cuatro años.El luto nacional no ha acallado las críticas a la Administración rusa por su gestión de la tragedia. La prensa rusa arremetió ayer contra Putin y los «invisibles» dirigentes de las fuerzas del orden, a los que acusó de haber eludido sus responsabilidades durante la toma de rehenes. La referencia a «Al Qaeda y al terrorismo internacional permite ahora a todos los gobiernos del mundo no asumir su responsabilidad por la muerte de sus ciudadanos», lamenta el diario económico «Kommersant». Es «como si los niños rusos no hubieran muerto a causa de la guerra en Chechenia, que ya dura diez años», añade el diario.