EFE-BOSTON
Bill Clinton apareció en el estrado del estadio FleetCenter de
Boston y en menos de media hora de vibrante pero sencillo discurso
devolvió a los 4.353 delegados la esperanza de que la Casa Blanca
volverá a estar ocupada por un demócrata tras el 2 de noviembre.
Los responsables de la campaña electoral de John Kerry mostraron
cierta preocupación por la intervención estelar del ex presidente,
aunque expresaron su convencimiento de que es sólo una intervención
que quedará reducida a la anécdota tras la jornada final, con la
proclamación del candidato demócrata.
La primera jornada de la convención de Boston contó con la presencia destacada de los principales figuras históricas del partido, quienes sentaron el tono de la cita, en la que no faltaron duras críticas al presidente Bush, pero que estuvieron dominadas por el intento de mostrar la alternativa positiva de Kerry.
Dentro de esta estrategia, cuidadosamente elaborada para dar al resto del país una imagen constructiva, unificadora y optimista, la figura de la noche fue sin duda el ex presidente Bill Clinton. Clinton acusó a Bush y a los líderes republicanos del Congreso de aprovechar el momento de unidad nacional surgido tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 «para tratar de llevar el país demasiado a la derecha».
Además, criticó al actual Gobierno por su política exterior «unilateralista» haber generado la división con muchos de sus aliados, sobre todo en Irak, pero también la no ratificación del Protocolo de Kioto, la retirada de EEUU del Tratado ABM o la oposición de su país con respecto a la Corte Penal Internacional. En política exterior, Clinton resumió que, al contrario que ha hecho Bush, es necesario actuar en cooperación con otros países dentro de un mundo cada vez más interdependiente, porque «no podemos matar, encarcelar u ocupar a todos nuestros adversarios».