JOSÉ SEAGE-BAGDAD
Casi un centenar de personas murieron ayer en varios ataques
simultáneos en ciudades iraquíes de mayoría suní, en la jornada más
sangrienta de este mes, cuando sólo quedan seis días para el
traspaso de poder a los iraquíes. Un portavoz del Ministerio de
Sanidad dijo que hay más de 90 muertos, pero insistió en que la
cifra total de víctimas no podrá saberse hasta pasadas varias
horas, porque de los cerca de 400 heridos, muchos continúan en
estado crítico. Los ataques casi simultáneos de Mosul, Ramadi,
Faluya y Baquba fueron reivindicados en varios comunicados
atribuidos al terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui, considerado
por EEUU jefe de la red terrorista Al Qaeda en Irak. Sin embargo,
el recién designado primer ministro de Irak, Iyad Alaui, acusó ayer
a los seguidores de Sadam Husein de haber provocado las
matanzas.
«Son los seguidores del antiguo régimen y los terroristas de Al Qaeda los que han causado esta jornada de dolor». En la ciudad de Baquba aparecieron ayer por la mañana octavillas firmadas por el grupo de Al Zarqaui, llamado «Monoteísmo y Yihad» -responsable del reciente secuestro y decapitación de un civil surcoreano- en la que advertían a los ciudadanos de que debían unirse a los militantes en su ataque contra los «colaboracionistas». Un alto cargo militar de la Coalición explicó que los ataques fueron preparados para hacer el máximo daño posible, pero que no hubo «una coordinación muy estricta. Quizá sólo un par de llamadas de teléfono para fijar la fecha y la hora», dijo.
Los ataques se centraron en las ciudades de mayoría suní de Mosul -donde hubo más de cuarenta muertos en el ataque contra cinco comisarías-, Baquba -veinte muertos en otro ataque masivo contra comisarías-, Ramadi, Faluya y Bagdad. El ministro de Defensa en funciones del gobierno que debe tomar posesión de sus cargos el próximo día 30, Hazem al Chalán, advirtió ayer por la tarde de que su Gobierno no descarta declarar el estado de emergencia en las zonas donde se descubran «vacíos de seguridad». En Faluya, pese a que la batalla campal no dejó muertos, un helicóptero tipo Cobra de la Infantería de Marina de Estados Unidos que participaba en un ataque aéreo fue alcanzado por disparos de los insurgentes, pero el piloto logró salvarlo con un aterrizaje de emergencia a las afueras de la ciudad.