Unos 20.000 soldados de Estados Unidos, cuyo regreso de Irak estaba previsto para las próximas semanas tras un año de servicio, tendrán que seguir en ese país árabe tres meses más, anunció ayer el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld.
La decisión, a la que hay que sumar el envío de nuevos efectivos, da a los jefes militares estadounidenses una fuerza adicional, aunque sólo temporal, para afrontar el grave empeoramiento de la violencia en Irak, donde a los incidentes en el «triángulo suní» se ha sumado una insurrección de parte de la población chií del centro y sur del país.
Con esta decisión, EEUU mantendrá el nivel de tropas en Irak en unos 137.000 soldados, por encima del nivel de 115.000 que tenía como objetivo el Pentágono.
Las unidades afectadas son principalmente la I División Acorazada, con base en Alemania, y el 2 Regimiento de Caballería Blindada, de Fort Polk (Luisiana), y que estaban a punto de emprender el regreso a casa una vez que ya habían llegado sus relevos.