EFE-KABUL
La muerte de quince niños a finales de la semana pasada en dos
ataques de tropas de EEUU en el este de Afganistán incrementa la
tensión en un país en el que la violencia y la inseguridad han
aumentado en los últimos meses.
El teniente coronel Bryan Hilferty, portavoz de las tropas de EEUU en Afganistán, dijo ayer que seis niños resultaron muertos en un asalto de sus soldados contra un supuesto campamento de rebeldes en el este de Afganistán, que se unen a otros nueve caídos al bombardear un avión estadounidense un poblado de una zona cercana.
La muerte de los seis niños, según señaló, se produjo el viernes pasado cuando las fuerzas norteamericanas asaltaron un campamento, que suponían era un depósito de armas del «señor de la guerra» rebelde Mulá Jalani, a unos 20 kilómetros al este de la ciudad de Gardez, en la provincia de Paktia, a unos 120 kilómetros al sur de Kabul.
Hilferty aseguró que, antes del ataque, «no teníamos noticias de que hubiera no combatientes en el lugar», pero que al día siguiente los soldados que entraron en el presunto campamento rebelde «encontraron los cuerpos de seis niños y dos adultos bajo las ruinas de un muro derrumbado».
Según el portavoz estadounidense, Jalani no se encontraba en el lugar, pero los soldados detuvieron a otras nueve personas.
Posteriormente, el sábado pasado, nueve niños y un adulto resultaron muertos al atacar un avión A-10 una aldea cercana a la ciudad de Ghazni, situada a unos 60 kilómetros al este de Gardez y a 135 kilómetros al suroeste de Kabul.