EFE-WASHINGTON/BASORA
El administrador civil de Irak, el estadounidense Paul Bremer,
llegó ayer a Washington para mantener consultas en la Casa Blanca,
en un viaje inesperado que pone de relieve las dudas acerca del
plan de EEUU para la posguerra iraquí. Bremer fue visto a su
entrada en la Casa Blanca, a donde se trasladó de inmediato tras
aterrizar en la capital del país, pero evitó tener contacto con la
prensa.
Un portavoz del Departamento de Defensa aseguró que el viaje de Bremer es «rutinario», pese a que no estaba previsto de antemano. Antes de viajar hacia EEUU, Bremer canceló una entrevista que tenía previsto mantener en la capital iraquí con el primer ministro polaco, Leszek Miller, sin que se ofrecieran más explicaciones. Tras la marcha del administrador, y como ocurre casi a diario en Bagdad a la caída del sol, se registraron varias explosiones en el centro de la ciudad, cerca del cuartel general estadounidense, aunque inicialmente no se ha informado de que se registraran víctimas.
En Washington, ni la Casa Blanca, ni el Departamento de Estado comentaron las razones del súbito viaje de Bremer, quien llega tras las especulaciones de los últimos días sobre un eventual cambio de estrategia de la administración estadounidense en Irak.
El diario 'The Washington Post' informó en su edición en Internet de que Bremer tenía previsto mantener reuniones al más alto nivel del Gobierno para abordar los problemas, principalmente de seguridad. Fuentes oficiales citadas por el diario capitalino aseguraron que el Gobierno del presidente Bush considera cambios en la estructura y en el ritmo de transferencia de la soberanía a los iraquíes, ante la situación actual de estancamiento político.
La Casa Blanca ha defendido públicamente hasta ahora que esa transferencia de poder se produzca de una manera «ordenada», con la elaboración previa de una Constitución y la celebración de elecciones libres que permitan formar un nuevo Gobierno. Pero el descontento entre los iraquíes, que reclaman una devolución más rápida del poder, y los ataques contra las tropas estadounidenses, que han sufrido 40 muertos en los primeros 10 días de noviembre, podrían conducir a un cambio de planes.