EFE-ESTOCOLMO
La investigación sobre el asesinato de la ministra sueca de Asuntos
Exteriores, Anna Lindh, dio ayer un giro inesperado cuando el
hombre de 35 años que estaba detenido como único sospechoso del
crimen quedó en libertad, al tiempo que la Policía detuvo a otra
persona contra la que hay más pruebas. La presión social y las
declaraciones policiales sobre el primer detenido se fueron
suavizando a lo largo de esta semana y ya en los últimos días la
prensa sueca se mostraba muy escéptica sobre la cantidad y calidad
de las pruebas de que disponía la fiscal Agneta Blidberg para
acusarlo del asesinato.
Incluso en la petición que presentó el pasado viernes al tribunal de Estocolmo para que se prolongara la prisión preventiva del detenido, la propia Blidberg aclaró que el grado de sospecha contra él era el más bajo que establece la ley sueca. Durante los días que siguieron a la detención del sospechoso el pasado martes por la noche, la Policía intensificó sus llamamientos para solicitar la colaboración ciudadana y dejó muy claro que las pesquisas continuaban.
Estas pesquisas fueron las que provocaron ayer el vuelco en la investigación y la detención esta mañana en la región de Estocolmo de un hombre con antecedentes penales al que, a diferencia del primer detenido, se le impuso el grado de sospecha «por razones probables», el mayor que establece la ley sueca. Según expertos consultados por los medios de comunicación suecos, el hecho de que al detenido se le haya aplicado el mayor grado de sospecha sólo se explica si se dispone de pruebas suficientes, algo que los investigadores aún no confirmaron, pero que otras instancias dentro de la Policía dejan entrever.«Estamos seguros de que ahora hemos detenido al hombre correcto», afirmó una fuente policial anónima a la agencia de noticias TT. La Policía precisó que el detenido tiene antecedentes en el registro policial y que la detención se produjo sin incidentes, aunque no quiso desvelar la identidad del nuevo sospechoso.